LA LENGUA OCCITANA Y ARAGÓN.
El
grupo de lenguas pirenaíco lo componen el occitano (incluyendo el
gascón), el catalán y el aragonés. Las tres lenguas tienen
muchas características en común comenzando por su mismo origen
pirenaíco. De estas lenguas, la más importante a comienzos del
segundo milenio fue el occitano ya que influyó decisivamente en las
otras dos, fue la que tuvo un mayor número de hablantes, contó con
una literatura admirada en toda Europa y tuvo una mayor proyección
exterior. Incluso Dante llegó a incluir versos en occitano en La
Divina Comedia. La cercanía con el catalán motivó una confusión
entre ambas que perduró hasta la Renaixença catalana de finales
del XIX. Hasta entonces era muy frecuente denominar al idioma
catalán como lemosí (uno de los dialectos del occitano)
El
área geográfica del occitano se extendía desde los Alpes
italianos hasta Limoges, Burdeos y el Béarn. Por el Sur la frontera
lingüística se encontraba en los Pirineos incluyendo el Valle de
Arán y también se hablaba un dialecto occitano en Canfranc hasta
entrado el siglo XIX.
El
occitano llegó a ser idioma de uso frecuente en las cruzadas de
Tierra Santa, sobre todo en los territorios como el condado de
Tripoli dependientes de la casa condal de Tolosa.
El
occitano fue la base de la lingua franca, una mezcla de lenguas
utilizada como lengua común por los marinos en todo el Mediterráneo
y que los portugueses llegaron a utilizar en sus expediciones a Asia,
Africa y América. Emanuel d'Aranda, cautivo español en Argel en
1640 y nacido en Flandes, nos dejó ejemplos escritos de esta lengua
en el relato en el que contó su cautividad.
Además
de haber sido un idioma hablado en una parte de Aragón hasta el
siglo XIX (dialecto canfranqués) el occitano tuvo en la Edad Media
una gran relación con Aragón. Las ordenanzas municipales de
Jaca recogidas en el Libro de la Cadena (Establimentz de Jaca) tienen
abundantes rasgos occitanos gascones. Datan de principios del siglo
XIII.
También
fue idioma de uso común de la corte de algunos reyes aragoneses.
Sobre todo durante los reinados de Alfonso II, Pedro II, Jaime I
(nacido en Montpellier) y Pedro III los asuntos de la política
occitana merecieron buena parte de sus esfuerzos. Todos ellos
acogieron en su corte a un gran número de trovadores occitanos.
Zurita nos dice en sus Anales que Alfonso II ennobleció a varios
trovadores, les dio posesiones e incluso les eximió de impuestos y
hasta se conserva una cançó en occitano compuesta por Alfonso II de
Aragón cuyos versos finales son los siguientes:
Quan
mi membra dels comjatz
Que
pres de lieys totz forsatz,
Alegres
suy et iratz;
Qu’ab
sospirs mesclatz de plors
Me
dis: “Belhs amics, tornatz,
Per
merce, vas de me cors.”
Per
qu’ieu tornaray viatz
Vas
lieys, quar autre baysatz
No
m’es delietz ni sabors.
Entre
los trovadores medievales aragoneses en lengua occitana están Peire
de Monzó, Peire Salvage o Thomás Périz de Fozes del que se conocen
dos poemas. Los siguientes versos corresponden a su poema “Trop me
desplay can vey falir”
Reys
d’Arago, l’auta semensa
reyals
don vos etz e d’Entensa
merçe
totz temps ab cor franch e lial
ach,
no guardan nuyl fayt descominal.
El
profesor A. Ubieto señaló la posibilidad de que la Chanson de
Sainte Foy (canción de Santa Fe), poema narrativo compuesto entre
los siglos XI y XII, de autor desconocido y una de las primeras obras
poéticas de la lengua de oc, se escribiera en Aragón, en Ribagorza
concretamente.
Actualmente,
la mayor influencia occitana en Aragón la podemos ver en dialectos
orientales del aragonés como es el caso del benasqués aunque en
todo el Pirineo aragonés hay aportaciones lingüísticas occitanas
debidas al intenso contacto comercial y humano habido entre las dos
vertientes pirenaicas.
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