viernes, 11 de diciembre de 2015

LA HISTORIA DE UN PERSONAJE QUE AMÓ Y MURIÓ POR ARAGÓN.



El olifante de caza de Gastón IV de Bearn… 
(El Cruzado).

Publicado por identidad aragonesa


Hay palabras que, por sí solas, evocan todo un mundo: ¡¡¡Olifante!!! Casi se puede paladear al pronunciarla, ¿verdad? Un olifante es un instrumento de viento tallado en el extremo de un colmillo de elefante (de ahí viene la palabra) que utilizaban los caballeros medievales, soplando para hacerlo sonar. En el Museo Pilarista se puede ver uno de los mejores y más hermosos que se han conservado, el Olifante de caza de Gastón de Bearn.


No es una pieza cualquiera, ni muchísimo menos, pues a su enorme belleza hay que añadir que está cargada de historia. Pero antes de nada, ¿quién era Gastón de Bearn? ¿Qué relación tenía con Zaragoza? ¿Por qué dos de los gigantes de la comparsa de “Gigantes y cabezudos” representan a Gastón de Bearn y a una dama bearnesa?... Vamos a intentar descubrirlo.

Nos tenemos que ir ni más ni menos que al año 1118, concretamente al 18 de diciembre. ¿Qué estaba pasando? Pues que las tropas de Alfonso I el Batallador consiguieron conquistar Zaragoza a los musulmanes, que la llamaban Saraqusta. A pesar de que las crónicas decían del Batallador que “en Espanya no ovo tan buen cavallero que veynte nueve batallas vençió”, y que “non fue rey en Espanna que tanto ganasse de moros nin corriesse nin talasse nin tanto mal les fizies”, aquella empresa fue complicada. Ya desde el comienzo de su reinado (a la muerte de su hermano Pedro I, en 1104) puso en marcha la conquista del Valle del Ebro, pero era consciente de que para conquistar Zaragoza necesitaba la ayuda de los señores del sur de Francia, muchos de ellos amigos y familiares suyos. ¿Cómo les convenció de que le ayudaran?








Monumento a Alfonso I levantado para el VIII centenario de la conquista de la ciudad, en 1918





No fue tarea fácil, ni mucho menos. Para empezar, hubo que conseguir que el Papa declarase que la conquista de Zaragoza era una cruzada, exactamente igual que la de los Santos Lugares.

La primera Cruzada había tenido lugar unos veinte años antes y a ella habían ido multitud de caballeros en busca no solo de fortuna, sino también de indulgencias que les permitieran ganarse la vida eterna. Pues bien, la conquista de Zaragoza les ofrecía lo mismo y mucho más cerca de casa.


En aquella primera cruzada uno de los personajes más destacados fue Gastón, vizconde de Bearn, encargado de construir y dirigir las máquinas de guerra que lograron romper las defensas turcas en la conquista de Jerusalén, allá por el año 1099. Dos años después de aquello volvió a sus tierras y se dedicó a organizarlas. Con las riquezas que trajo de Oriente hizo numerosas construcciones relacionadas con el Camino de Santiago, como el hospital de Somport o la iglesia de Sainte Marie, en Oloron. En su portada románica aparece una curiosas escultura de un hombre montado sobre un caballo que pisotea a otro.









 Portada románica de la iglesia de Sainte Marie, en Oloron






Hay quien piensa que podría representar el triunfo de la Iglesia, personificada en el emperador Constantino, sobre el paganismo. O el triunfo del Bien sobre el Mal. O a Gastón de Bearn venciendo a los sarracenos. También hay quien piensa que los esclavos que sujetan el parteluz de la portada (la columna que divide la puerta en dos) podrían representar a los cautivos que hizo en Oriente. Sea así o no, lo cierto es que se había convertido en un personaje mítico aún en vida.

Aunque formalmente el Bearn formaba parte del reino de Francia, lo cierto es que por aquellos años eran mucho más estrechos los vínculos con Aragón, y de hecho en 1113 Gastón aparece mencionado como señor de Barbastro, lo que demuestra que ya luchaba junto a Alfonso I (primo de su mujer, Talesa) y era recompensado por ello. Así que a las fuerzas aragonesas y navarras de Alfonso se sumaron las de Gastón y las de muchos otros caballeros del sur de Francia. En 1117 conquistaron la zona de Morella y el Maestrazgo, cortando así las comunicaciones entre Valencia y Zaragoza, a la que pusieron sitio al año siguiente. 


El bearnés dirigió el asedio e hizo construir 20 catapultas y varios castillos rodantes similares a los usados en Jerusalén. Finalmente la ciudad se rindió y, aunque no se permitió el pillaje, los vencedores se repartieron grandes riquezas y Gastón de Bearn recibió desde entonces el título de señor de Zaragoza.




Interior del torreón de Pedro de Librana




Al poco de la conquista, en 1120, el rey y Gastón de Bearn entregan a Pedro de Librana, que había sido nombrado obispo de Zaragoza directamente por el papa, un trozo de la muralla para que construya allí un torreón que contribuya a mejorar las defensas de la ciudad. Ese torreón, que sería el germen del actual palacio arzobispal, se conserva entero, en toda su altura. Está dentro del actual Museo Diocesano (desde fuera no se aprecia nada), y en la fotografía de arriba podéis ver una sala que corresponde a su segunda planta. En los tiempos que siguieron a la conquista, los años en que Gastón de Bearn fue señor de Zaragoza, poco se pudo construir en Zaragoza, así que el hecho de que este torreón se conserve entero es algo absolutamente excepcional.


Gastón de Bearn siguió luchando con Alfonso I el Batallador hasta su muerte, que tuvo lugar en una expedición a Granada. Cuenta un cronista musulmán que le cortaron la cabeza y que “fue paseada por las calles, en la punta de una lanza, escoltada por el redoble de tambores. Esto devolvió la sonrisa al emir de los musulmanes, Ali ben Yusuf, que estaba en Marrakesh“. La cabeza fue enviada a Marrakesh y el cuerpo, que fue devuelto tras el pago de un fuerte rescate, acabó en la basílica del Pilar. Con las obras de construcción del actual edificio se perdió la memoria de aquella tumba, pero es tradición que su corazón está enterrado a los pies de la columna. Lo que sí puede verse es su olifante de caza, nada menos que la primera donación que conocemos a la Virgen del Pilar (que entonces todavía no era conocida por ese nombre).

El olifante es una bellísima pieza bizantina que quizá se trajo de la primera cruzada. Es una de las mejores que se conservan, y está decorada con hermosos relieves que quizá representen los trabajos de Hércules. El original está en el Pilar, pero hay reproducciones tanto en el Museo Diocesano de Zaragoza como en el Museo de la Torre de Uncastillo.



¿Cómo recuerda Zaragoza a Gastón de Bearn? Pues de la mejor manera posible, porque el mayor homenaje que te puede tributar esta ciudad es convertirte en un personaje de la comparsa de Gigantes y Cabezudos. En 1965 se incorporaron tanto él como una dama bearnesa, para simbolizar la estrecha relación entre Aragón y las tierras del otro lado del Pirineo a lo largo de siglos. Y cada año desde entonces, sin fallar uno, salen a las calles a contarles a miles y miles de niños la historia de su ciudad. Y por cierto… con su olifante colgando del hombro, como debe ser. 

lunes, 7 de diciembre de 2015

¿DE DONDE PROVIENE LA FABLA ARAGONESA?...


LA LENGUA OCCITANA Y ARAGÓN.


El grupo de lenguas pirenaíco lo componen el occitano (incluyendo el gascón), el catalán y el aragonés. Las tres lenguas tienen muchas características en común comenzando por su mismo origen pirenaíco. De estas lenguas, la más importante a comienzos del segundo milenio fue el occitano ya que influyó decisivamente en las otras dos, fue la que tuvo un mayor número de hablantes, contó con una literatura admirada en toda Europa y tuvo una mayor proyección exterior. Incluso Dante llegó a incluir versos en occitano en La Divina Comedia. La cercanía con el catalán motivó una confusión entre ambas que perduró hasta la Renaixença catalana de finales del XIX. Hasta entonces era muy frecuente denominar al idioma catalán como lemosí (uno de los dialectos del occitano)

El área geográfica del occitano se extendía desde los Alpes italianos hasta Limoges, Burdeos y el Béarn. Por el Sur la frontera lingüística se encontraba en los Pirineos incluyendo el Valle de Arán y también se hablaba un dialecto occitano en Canfranc hasta entrado el siglo XIX.

El occitano llegó a ser idioma de uso frecuente en las cruzadas de Tierra Santa, sobre todo en los territorios como el condado de Tripoli dependientes de la casa condal de Tolosa.

El occitano fue la base de la lingua franca, una mezcla de lenguas utilizada como lengua común por los marinos en todo el Mediterráneo y que los portugueses llegaron a utilizar en sus expediciones a Asia, Africa y América. Emanuel d'Aranda, cautivo español en Argel en 1640 y nacido en Flandes, nos dejó ejemplos escritos de esta lengua en el relato en el que contó su cautividad.

Además de haber sido un idioma hablado en una parte de Aragón hasta el siglo XIX (dialecto canfranqués) el occitano tuvo en la Edad Media una gran relación con Aragón. Las ordenanzas municipales de Jaca recogidas en el Libro de la Cadena (Establimentz de Jaca) tienen abundantes rasgos occitanos gascones. Datan de principios del siglo XIII.

Trovador en la corte real
También fue idioma de uso común de la corte de algunos reyes aragoneses. Sobre todo durante los reinados de Alfonso II, Pedro II, Jaime I (nacido en Montpellier) y Pedro III los asuntos de la política occitana merecieron buena parte de sus esfuerzos. Todos ellos acogieron en su corte a un gran número de trovadores occitanos. Zurita nos dice en sus Anales que Alfonso II ennobleció a varios trovadores, les dio posesiones e incluso les eximió de impuestos y hasta se conserva una cançó en occitano compuesta por Alfonso II de Aragón cuyos versos finales son los siguientes:

Quan mi membra dels comjatz
Que pres de lieys totz forsatz,
Alegres suy et iratz;
Qu’ab sospirs mesclatz de plors
Me dis: “Belhs amics, tornatz,
Per merce, vas de me cors.”
Per qu’ieu tornaray viatz
Vas lieys, quar autre baysatz
No m’es delietz ni sabors.

Entre los trovadores medievales aragoneses en lengua occitana están Peire de Monzó, Peire Salvage o Thomás Périz de Fozes del que se conocen dos poemas. Los siguientes versos corresponden a su poema “Trop me desplay can vey falir”

Reys d’Arago, l’auta semensa
reyals don vos etz e d’Entensa
merçe totz temps ab cor franch e lial
ach, no guardan nuyl fayt descominal.

El profesor A. Ubieto señaló la posibilidad de que la Chanson de Sainte Foy (canción de Santa Fe), poema narrativo compuesto entre los siglos XI y XII, de autor desconocido y una de las primeras obras poéticas de la lengua de oc, se escribiera en Aragón, en Ribagorza concretamente.


Actualmente, la mayor influencia occitana en Aragón la podemos ver en dialectos orientales del aragonés como es el caso del benasqués aunque en todo el Pirineo aragonés hay aportaciones lingüísticas occitanas debidas al intenso contacto comercial y humano habido entre las dos vertientes pirenaicas.

CURIOSIDADES SOBRE EL AZAFRÁN EN ARAGÓN

ANÉCDOTAS CURIOSAS SOBRE EL AZAFRAN Y UNOS NARANJOS Carlos III el Noble, rey de Navarra, trató de aclimatar en Navarra el cultivo...